sábado, 6 de marzo de 2010

Su graciosa y poco agradecida majestad: la última voluntad de Lord Nelson

Adorado por el pueblo al que sus victorias habían devuelto la ilusión de derrotar a Napoleón, Lord Horatio Nelson (1758-1805) era en cambio criticado por el rey Jorge III y la alta sociedad británica debido a su vida sentimental, llegando al extremo de negar su última voluntad al héroe al que tanto debían.

Estando destinado en Nápoles, Nelson había sido acogido por el embajador británico Sir William Hamilton. Sir William estaba casado con Emma Hamilton, una mujer famosa en su época y 34 años más joven que él. Horatio y Emma se enamoraron y comenzaron una relación al parecer consentida y alentada por Sir William, que sentía un gran respeto (que era mutuo) por el marino.

 
Emma Hamilton por George Romney. Imagen tomada de Wikipedia.

Nelson estaba casado con una mujer a la que no amaba y de la que acabó divorciándose. Aún así la alta sociedad británica no podía perdonarle el cada vez más evidente triángulo que formaba con los Hamilton. A tanto llegó el escándalo que en 1799 el almirantazgo decidió enviar a Nelson al mar para mantenerlo alejado de Emma.

En 1801 Emma tuvo una hija, Horatia, que Nelson reconoció como suya. Dos años más tarde fallecía Sir William. Nelson decició esperar entonces a conseguir una gran victoria que acallara las críticas antes de casarse con Emma. La oportunidad llegó en 1805, cuando recibió el mando de la flota del Mediterráneo para enfrentar la amenaza de la flota combinada franco-española. En la batalla de Trafalgar Nelson destruyó el poderío naval de estos dos países y apartó para siempre la amenaza de una invasión francesa de Inglaterra.

Esta victoria podría haber sido la consagración que hiciera acallar las voces contra él y Emma, pero Nelson no vivió para comprobarlo. Herido de muerte por una bala de mosquete, sus últimas palabras fueron: "Recordad que dejo a la señora Hamilton y a Horatia, mi hija, como un legado a mi país. Nunca olvidéis a Horatia. Doy gracias a Dios por permitirme acabar mi vida cumpliendo con mi deber".

Sin embargo la última voluntad del héroe no fue escuchada. El primer ministro británico ignoró el testamento de Nelson en el que repartía su herencia entre su ex mujer y Emma, negándole a esta última cualquier compensación. Se llegó al extremo de prohibirle su asistencia al funeral de su amado. Emma fue abandonada por todos y acabó en prisión por deudas, muriendo arruinada en Francia, donde se había exiliado para huir de los acreedores.

Fuentes:

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