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sábado, 21 de diciembre de 2013

¿Por qué debería morirme?

Después de haber interrumpido por un tiempo su lectura para documentarme para la próxima entrada del blog, he vuelto a The Rise and Fall of the British Empire de Lawrence James, donde he encontrado esta simpática anécdota. Se refiere al rodaje de Las cuatro plumas (1939), de Zoltan Korda. El gobierno era consciente de la importancia de películas que diesen una buena imagen del Imperio, así que 
"... las autoridades sudanesas prestaron a Korda 4.000 askaris [soldados nativos] y el East Surrey Regiment para la espectacular recreación de la batalla de Omdurman que marcaba el clímax de Las cuatro plumas. El gobierno sudanés también ayudó a conseguir un gran número de guerreros Hadanduwa (Fuzzy-Wuzzies), que añadieron un llamativo toque de autenticidad a las secuencias bélicas. Según una información sobre la película que apareció en el Picture Post, fue difícil convencer a estos orgullosos hombres de que muriesen. Uno preguntó: '¿Por qué debería morirme? ¡Yo luché en la auténtica batalla de Omdurman y no morí!' Finalmente fue persuadido de que una muerte cinematográfica no era motivo de vergüenza  y accedió."

La batalla de Omdurman en Las cuatro plumas (fuente).

miércoles, 15 de mayo de 2013

La nuera y la muerte

Hoy os traigo una curiosa (y breve) leyenda de la mitología Banyarwanda, que culpa de la existencia de la muerte en el mundo a una nuera de mal corazón. La encontré en el ebook El origen del mundo - Las Culturas Del África Subsahariana (hay más datos sobre la autoría en la nota al final de la entrada).


"En la mitología de los banyarwanda el dios creador y el apoyo de toda la gente banyarwanda fue Imana, visto como un dios generoso y piadoso. Los banyarwanda vivían en los viejos distritos de Ankole y Kigezi, bordeando Ruanda. Su territorio es muy montañoso y frío. Él gobernó sobre todos los seres vivos y les dio la inmortalidad, dando caza a un ser conocido como «Muerte». Según cuenta la leyenda banyarwanda, la Muerte era un animal salvaje y despiadado que representaba el estado de la muerte. Mientras Imana estaba de caza, todo el mundo se resguardaba o escondía, de manera que la Muerte no encontrase a nadie a quien cazar o en quien refugiarse. Pero un día, mientras cazaba, una anciana se arrastró hasta su huerto para recoger algunas verduras. La Muerte se escondió rápidamente bajo su piel y fue conducida al interior de la casa de la mujer, escondida en ella. La mujer murió por culpa de la Muerte. Tres días después del funeral de la anciana, su nuera, que la odiaba, vio grietas donde había sido enterrada, como si fuese a salir y volver a la vida. La chica rellenó las grietas con más tierra, golpeó el suelo con un pesado mortero y gritó: «¡Quédate muerta!». Dos días después, hizo lo mismo al ver más grietas en la tumba de la difunta. Tres días más tarde no había ninguna grieta donde verter tierra. Esto significó el final de la posibilidad para el ser humano de volver a la vida. La Muerte se había convertido en algo siempre presente. Otra leyenda dice que Imana castigó a la mujer dejando que la muerte viviera con el hombre."

Matt Hudson.



Nota:  El ebook de donde he sacado la leyenda es uno de los que venían preinstalados en un lector Papyre que se compró mi santa. En total eran siete libros breves, cada uno dedicado a la cosmogonía de una serie de pueblos distintos, todos ellos de autor anónimo. La verdad es que me extrañaba que alguien se molestase en recopilar leyendas de diversas partes del mundo y no dejase su nombre (ni, por supuesto, sus fuentes). 

Al buscar más información sobre la leyenda encontré una página dedicada a Imana en la Wikipedia en inglés, que reproducía casi exactamente el mismo texto que acabáis de leer atribuyéndoselo a Matt Hudson (de hecho he aprovechado para cambiar algunos términos que no habían quedado bien en la traducción original). Desgraciadamente no he sido capaz de encontrar mas información sobre este autor, ni de determinar si no sólo el texto es suyo, sino si también es el autor de todo el ebook, o incluso de toda la serie.

No sé si los creadores de Papyre seguirán incluyendo estos libros en sus modelos, pero me parece una gran falta de consideración hacia sus autores que los incluyan como anónimos y no citen las fuentes de los textos.

martes, 18 de diciembre de 2012

Los frailes "zombies"

No puedo resistirme a traeros este párrafo que he encontrado hacia el final de La conquista de México de Hugh Thomas. Trata sobre impresión que causaron los primeros frailes mendicantes que llegaron al país tras la conquista, a partir de 1523. 

"Los frailes impresionaron especialmente a los tarascos. Los asombraba que vistieran de modo tan diferente de los otros castellanos, y por un tiempo supusieron que eran muertos y que sus hábitos eran mortajas. Imaginaban que, al acostarse, de noche, se convertían en esqueletos, que descendían al otro mundo, donde encontraban a mujeres. También suponían que el agual bendita servía para adivinar el futuro."

martes, 7 de junio de 2011

Lodo, tiendas, ladrillos

Estoy leyendo ahora Notas al pie de Gaza del periodista y dibujante de cómics estadounidense Joe Sacco. La obra ilustra la investigación que realizó Sacco sobre unas matanzas ocurridas en dos poblaciones de Gaza en 1956. El siguiente fragmento está extraído del capítulo en que Sacco recoge los testimonios de palestinos que vivieron la creación de la Franja de Gaza tras la guerra arabe-israelí de 1948. Aunque el texto está cojo sin los dibujos que lo acompañan, creo que todavía retiene gran parte de su fuerza, que hizo que me conmoviera cuando lo leí. 

El texto empieza con una introducción de Sacco, tras lo cual siguen testimonios de hombres y mujeres de Gaza. Cada entrecomillado se refiere a una intervención distinta, aunque algunos testigos intervienen más de una vez en el relato:



Cuando la refriega cesó y la ONU negoció la línea de demarcación del armisticio, el malparado ejército egipcio se cobijó en una pequeña fracción de Palestina, que se llamó Franja de Gaza. De los cientos de miles de palestinos que escaparon de la lucha o fueron expulsados por las fuerzas israelíes, doscientos mil acabaron en Gaza, triplicando así su población. La crisis humanitaria fue enorme. Muchos refugiados fueron alojados en edificios públicos y en mezquitas, pero su número seguía siendo excesivo.

A lo largo de todas mis visitas a Gaza (...) hemos estado reuniendo relatos sobre los tiempos en que los desposeídos, faltos de todo, llegaron aquí y se encontraron... ¿con qué?

"Cuando llegamos de nuestros pueblos originarios cavamos agujeros y pusimos mantas en el suelo, y así vivimos durante un tiempo. Algunos se instalaron bajo las ramas de los árboles. Para resguardarse cubrían con mantas las ramas."

"Dormíamos bajo los árboles. No teníamos con qué vivir. No teníamos colchones, ni tiendas. Gaza era como el desierto. Entonces llegaron los cuáqueros e instalaron grandes tiendas."

"A algunos les asignaron una tienda entera, una tienda grande. Esas tiendas se podían repartir entre cuatro familias. Cada estancia se separaba de las otras con una manta. Luego empezaron a distribuir comida. Harina, aceite..."

"Íbamos con nuestro padre... a cavar en el suelo, en busca de metal o cualquier otro material que pudiéramos vender. Nos acercábamos a las posiciones egipcias, que estaban aquí para comprarles pan pasado [a los soldados]."

"Cocinábamos los alimentos quemando cactus que secábamos al sol."

"Cortaban leña, y tenía que ser Dios quien la hacía arder, porque aquella leña no estaba seca. No había queroseno, ni gas. Nada."

"Cavábamos agujeros en el suelo [para el inodoro] al aire libre... No se podía hacer otra cosa."

"¿Agua? No teníamos agua. Andábamos dos kilómetros para traer una jarra de agua... Llevaba a mi hijo conmigo y a la vez una jarra en la cabeza."

"Traíamos el agua desde muy lejos. Cuando llegábamos a casa, ya no quedaba agua. Nos la bebíamos por el camino."

"Una vez, cuando era niña, vi un burro que iba por al calle, y me subí al burro. Y el burro estaba lleno de pulgas. Y mi madre me quitó toda la ropa y la quemó. Casi no había agua ni jabón."

"Lavábamos la ropa dentro de las tiendas. La tienda era la cocina y el inodoro y el cuarto de baño y el comedor y la sala de estar."

La UNRWA se fundó a finales de 1949 para atender a los refugiados palestinos, y reemplazó a los cuáqueros en 1950.

"La UNRWA instaló en cada barrio cuatro o cinco años juntos, y así hicieron una red cañerías."

"Construyeron inodoros en grupos. Una puerta para las mujeres y, al otro lado, una puerta para los hombres. Había que entrar con zapatos en esos lavabos, de otra forma uno se hundía en el agua y los excrementos."

"Empezamos a construir casas de arcilla nosotros mismos, porque las tiendas no nos protegían de las lluvias... Eran pequeñas habitaciones de 3,5 x 3,5 metros. En esta habitación había quince personas."

"Fabricaban ladrillos con cajas de madera que servían de molde. Y los colocaban en fila y los ponían al sol. Cuando se secaban los usaban para construir paredes. No había ventadas, por supuesto. Ni puertas. Eran un agujero en la pared."

"Las paredes eran de arcilla; el techo, de ramas de palmera. Sobre las ramas, arcilla. Encima de esto ponían alquitrán para que la arcilla no se humedeciera."

"Comprábamos esteras de Egipto, y estaban llenas de chinches. Le voy a contar algo para que se ría. Para matar los chinches usábamos un poco de harina húmeda. Luego encontrabas pizcas de harina llena de sangre. De vez en cuando la UNRWA venía a rociar con DDT."

"Para mí fue un sueño fantástico cuando vi fotografías en periódicos y revistas. Cuando vi un niño con pelo largo sentí envidia, porque yo no podía dejármelo largo, a causa de los insectos y las enfermedades."

"Abrieron escuelas en tiendas para nosotros."

"[No pasé] ni un solo día en la escuela. Me recogía el pelo por detrás y corría como un caballo. ¡Y corría y corría!"

"Tras un largo período empezaron a derribar periódicamente aquellas casas [de arcilla] y trajeron bloques de ladrillos, y construyeron casas en grupos. Distribuyeron las habitaciones según el número de miembros de cada familia. Cada habitación medía 2,5 metros cuadrados... Un muro separaba a cada clan familiar."

El capítulo termina con dos dibujos de Sacco ilustrando el estado actual de una población de la Franja.

martes, 31 de mayo de 2011

Esto no es CSI

Lo que sigue es un fragmento del libro Homicidio, de David Simon.

"La televisión nos ha dado el mito de la caza frenética, de la persecución a toda velocidad, pero en realidad no existe nada así; de lo contrario, al Cavalier le saltaría una biela al cabo de una docena de manzanas y te encontrarías rellenando un formulario 95, que presentarías a tu oficial al mando explicándole por qué habías causado la muerte prematura de un cuatro cilindros propiedad de la ciudad. Y no hay peleas a puñetazo limpio ni tiroteos: los días gloriosos en que se podía tumbar a alguien cuando se acudía a solucionar una disputa doméstica o en los que se disparaba un tiro o dos en algún atraco a alguna gasolinera terminaron cuando dejaste la patrulla y fuiste al centro de la ciudad. Los policías encargados de los asesinatos siempre llegan allí después de que los cuerpos hayan caído, y cuando un inspector de homicidios sale de la oficina, tiene que esforzarse para no dejarse su pistola en el cajón superior derecho de su mesa. Y, desde luego, no hay momentos totalmente perfectos en los que un inspector, siendo un asombroso científico con sobrenaturales poderes de observación, se inclina para ver mejor un fragmento manchado de alformbra, sacad de él una fibra característica de pelo cobrizo caucasiano, reúne a sus sospechoso en un salón exquisitamente amueblado para inmediatamente decirles que el caso está resuelto. Lo cierto es que quedan muy pocos salones exquisitamente amueblados en Baltimore, e incluso, si quedasen más, los mejores inspectores de homicidios admitirán que en noventa de cada cien casos lo que salva la investigación es la abrumadora predisposición de asesino a la incompetencia o, cuando menos, al error garrafal.

La mayor parte de las veces el asesino deja testigos vivos o incluso se jacta ante terceros del crimen que ha cometido. En un número sorprendente de casos se puede manipular al asesino -especialmente si no está familiarizado con el sistema de justicia penal- para que confiese en las salas de interrogatorio. Mucho menos habitual es que una huella latente tomada de un vaso o de la empuñadura de un cuchillo encaje con alguna registrada en la base de datos del Printrak, pero la mayoría de los inspectores pueden contar con los dedos de una mano los casos que han sido resueltos por el laboratorio. Un buen policía va a la escena del crimen, reúne todas las pruebas que puede, habla con la gente con la que tiene que hablar y, con un poco de suerte, descubre los errores más evidentes que ha cometido el asesino. Y para hacer sólo eso y hacerlo bien, hace falta mucho talento e instinto."

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David Simon, durante su época como redactor en el Baltimore Sun, obtuvo permiso para acompañar durante un año a los inspectores del departamento de homicidios de Baltimore, experiencia que cristalizó en el libro Homicidio. Me resultó llamativo estos párrafos en que compara la verdadera labor policial con la que se ve a veces en la ficción, ya que precisamente David Simon acabaría siendo creador y guionista de varias series de televisión, entre ellas The Wire (considerada por muchos como la mejor serie de la historia de la televisión), cuyos estupendos guiones deben mucho al conocimiento de Simon de la policía y, en general, la sociedad de Baltimore.

lunes, 7 de marzo de 2011

Un cierto cambio de tono

El tono de la Prensa durante los veinte días que median entre el desembarco del Emperador [Napoleón, al comienzo de los Cien Días] y su llegada a París refleja los movimientos de la opinión: "El demonio se ha escapado de su destierro... El fantasma corso ha desembarcado en Cannes... El tigre ha sido visto en Gap. Han sido enviadas a su encuentro tropas que le harán perecer como un miserable aventurero en las montañas... El monstruo ha podido llegar a Grenoble gracias a una traición... El usurpador ha tenido la audacia de aproximarse a sesenta horas de la capital... Bonaparte llega a pasos de gigante, pero nunca entrará en París... Napoleón estará mañana a las puertas de la ciudad... Su Majestad se encuentra en Fontainebleau".

Emil Ludwig, Napoleón, IV, 16.

Otra perla más que nos regala Adolfo Bioy Casares en De jardines ajenos.

martes, 22 de febrero de 2011

Los caballeros de la noche

De comisario de frutos del país, para castigarlo por haberse metido en alguna revolución, al señor Acevedo, abuelo de Borges, lo bajaron a comisario de policía; por eso le tocó actuar en el asunto de Los caballeros de la noche, que en los cementerios robaban cadáveres para pedir rescate por su restitución. Casi todos los miembros de la banda eran españoles y turcos recién venidos, muy ignorantes. En cambio, inteligente debió de ser el jefe que los apalabró, porque aunque entre todos no eran más de catorce, dio a cada uno un número de identificación altísimo, once mil y pico, doce mil y pico, de modo que los miembros creían pertenecer a una sociedad innumerable, poderosa y que por estas mismas razones gozaba poco menos que de impunidad. Cuando se vieron reunidos en la comisaría y se les dijo que ahí estaban todos, que no había más, no podían creerlo.

Lo cuenta Adolfo Bioy Casares en De jardines ajenos.

martes, 25 de enero de 2011

Mi abuelo y los tanques

Mi abuelo (...) era hipnotizador y trabajaba en circos pequeños y toda la ciudad veía en su hipnotismo el deseo de hacer el vago toda la vida. Pero cuando los alemanes cruzaron en marzo nuestra frontera para ocupar todo el país y avanzaban dirección a Praga, el único que fue hacia ellos fue nuestro abuelo, únicamente nuestro abuelo fue a hacerles frente a los alemanes como hipnotizador, a detener los tanques que avanzaban con la fuerza del pensamiento. Así que el abuelo iba por la carretera con los ojos fijos en el primer tanque, que dirigía la vanguardia de aquellos ejércitos motorizados. Y encima de aquel tanque estaba metido hasta la cintura un soldado del Reich, en la cabeza llevaba un birrete negro con la calavera y las tibias cruzadas, y mi abuelo seguía de frente hacia ese tanque y llevaba los brazos estirados y con los ojos les infundía a los alemanes la idea, dad la vuelta y regresad... y de verdad, el primer tanque se detuvo, todo el ejército se quedó quieto, el abuelo tocó aquel tanque con los dedos y siguió emitiendo la misma idea... dad la vuelta y regresad, dad la vuelta y regresad, dad la vuelta... y después un teniente hizo una señal con un banderín y el tanque se puso en marcha, pero el abuelo no se movió y el tanque lo atropelló, le arrancó la cabeza, y ya no hubo nada que le cerrara el camino al ejército del Reich.

Frangmento de Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El vientre maldito

Pero ahora dejadme cenar aunque sigan mis lutos,
pues no hay nada de cierto más perro que el vientre maldito
que a la fuerza nos hace pensemos en él, por deshecho
que en el alma se esté, por más hondo pesar que se tenga.
Así llena el dolor mis entrañas y él sigue llamando
a comer y beber y me impulsa al olvido de todo
cuanto llevo sufrido hasta ahora y me obliga a llenarlo.

Ulises en La Odisea de Homero.

sábado, 19 de junio de 2010

Paradoja de Tristam Shandy

Hacía ya unos días que quería publicar este párrafo de B. Russell sobre el infinito y los conjuntos numerables ¿y qué mejor momento que durante la V edición del Carnaval de matemáticas?
Tristram Shandy, como todos sabemos, empleó dos años en historiar los primeros dos días de su vida y deploró que, a ese paso, el material se acumularía de invenciblemente y que, a medida que los años pasaran, se alejaría más y más del final de su historia. Yo afirmo que si hubiera vivido para siempre y no se hubiera apartado de su tarea, ninguna etapa de su biografía hubiera quedado inédita. Hubiera redactado el centésimo día en el centésimo año, el milésimo día en el milésimo año, y así sucesivamente. Todo día, tarde o temprano, sería redactado. Esta proposición paradójica, pero verdadera, se basa en el hecho de que el número de días de la eternidad no es mayor que el número de años.
 
Bertrand Russell, Mysticism and Logic, citado por Adolfo Bioy Casares en De Jardines Ajenos.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Un grano de arena

Cuando la autodestrucción entra en el corazón, al principio parece apenas un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero pierdes el de las 8.20 y llegas tarde para solicitar un aumento de crédito. El viejo amigo con quien vas a comer de repente agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomas tres copas, pero el día ya ha perdido forma, sentido y significado. Para recuperar cierta intencionalidad y belleza bebes demasiado en las reuniones, te propasas con la mujer de otro y acabas por cometer una tontería obscena y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a este abismo, sólo encuentras el grano de arena.

John Cheever, Diarios.

lunes, 17 de mayo de 2010

La habitación oscura

Se pueden definir tres actitudes humanas a partir de una habitación oscura.
En una habitación oscura, un hombre busca algo. Es un científico.
En una habitación oscura, un hombre busca algo que no está allí. Es un filósofo.
En la misma habitación oscura, un religioso busca algo que no se encuentra allí y exclama: "¡Lo encontré!".

Aparece en el libro El segundo círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero, de Jean-Claude Carrière

lunes, 3 de mayo de 2010

Necesitamos los huevos

Woody Allen termina la maravillosa Annie Hall (1977) con este pequeño monólogo (podéis ver el vídeo más abajo o, si lo preferís, en versión original aquí):
Después se nos hizo tarde, los dos nos teníamos que marchar. Pero fue magnífico volver a ver a Annie; me di cuenta de lo maravillosa que era y de lo divertido que era tratarla Y recordé aquel viejo chiste, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: "Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina". Y el doctor responde: "¿Pues por qué no lo mete en un manicomio?". Y el tipo le dice: "Lo haría pero necesito los huevos".

Pues eso más o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿saben?. Son totalmente irracionales, y locas, y absurdas. Pero supongo que continuamos manteniéndolas porque, la mayoría, necesitamos los huevos.

viernes, 30 de abril de 2010

El mundo y el pantalón

EL CLIENTE: Dios hizo el mundo en seis días, y usted no es capaz de hacerme un pantalón en seis meses.

EL SASTRE: Pero señor, mire el mundo y mire su pantalón
Samuel Beckett encabezaba con este pequeño chiste su texto El mundo y el pantalón.

martes, 27 de abril de 2010

Cuando todo puede suceder

La verdad es que hay momentos en los que la omnipresente y lógica red de las secuencias causales se rinde, cogida por sorpresa por la vida, y baja al patio de butacas, mezclándose con el público, para dejar que en el escenario, bajo las luces de una libertad vertigionsa y repentina, una mano invisible pesque en el infinito regazo de lo posible y, entre millones de cosas, sólo permita que ocurra una.

Fragmento de Océano mar, de Alessandro Baricco.

sábado, 3 de abril de 2010

Las cartas de Bartleboom

Deja la pluma, dobla la hoja, la mete en un sobre. Se levanta, coge de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa, deja caer la carta en su interior, abierta y sin señas. En la caja hay centenares de sobres iguales. Abiertos y sin señas.

Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. Y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle

-Te esperaba.

Ella abrirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años -los días, los instantes- que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá diciéndole a ese hombre

-Tú estás loco.

Y lo amará para siempre.

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Fragmento de Océano mar, de Alessandro Baricco.

domingo, 7 de febrero de 2010

La fe y las montañas

Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.

Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.

La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.

Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.

FIN

Del libro La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso.

miércoles, 20 de enero de 2010

Una instrucción-ejemplo sobre la forma de tener miedo

Se sabe de un viajante de comercio a quien le empezó a doler la muñeca izquierda, justamente debajo del reloj de pulsera. Al arrancarse el reloj, saltó la sangre: la herida mostraba la huella de unos dientes muy finos.
Parte de las Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo de Julio Cortázar, dentro de Historias de cronopios y famas. El resto de las instrucciones las podéis encontrar, por ejemplo, aquí.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Historia de Cecilia

He oído a Lucio Flaco, sumo sacerdote de Marte, referir la historia siguiente: Cecilia, hija de Metelo, quería casar a la hija de su hermana y, según la antigua costumbre, fue a una capilla para recibir un presagio. La doncella estaba de pie y Cecilia sentada y pasó un rato largo sin que se oyera una sola palabra. La sobrina se cansó y le dijo a Cecilia:

-Déjame sentarme un momento.

-Claro que sí, querida -dijo Cecilia-; te dejo mi lugar.

Estas palabras eran el presagio, porque Cecilia murió en breve y la sobrina se casó con el viudo.

Cicerón,
De divinatione, I, 45

Lo conocí gracias a Cuentos breves y extraordinarios, seleccionados por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

martes, 8 de diciembre de 2009

El rey de Tailandia

En su libro de memorias Sea breve, por favor, Václav Havel (dramaturgo, líder opositor al gobierno comunista y último presidente de Checoslovaquia y primero de la República Checa) transcribe la siguiente nota enviada a los miembros de su departamento en 1994:
"Como todos sabéis, soy una persona que tiene curiosidad por todo, nada me sorprende ya. Por eso, mientras caminaba por la famosa avenida de Bangkok, que todos conocéis, me dolió en el corazón el hecho de pasar por delante de los callejones del sexo. ¡Cuánto me hubiera gustado entrar a verlos, era la oportunidad de mi vida! Pero sabía que era huésped del rey, que el monarca estaba informado de cada uno de mis movimientos y que, simplemente, no podía permitírmelo. ¿Por qué hago este comentario? Considero desafortunado que casi toda mi delegación, con el ministro de Economía al frente, visitara los lugares mencionados [...] y que además tomaran fotos. [...] No sé lo que debió pensar al respecto el rey de Tailandia. [...]"
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